Proyecto Mecha: un canal de difusión autogestionado por internos

Por: Xavier Aguirreal,

Co-coordinador del Taller Solidario Liberté: un emprendimiento al interior de la cárcel autogestionado por internos.

Es domingo, en Argentina hay elecciones presidenciales. Mucha gente pensando en el futuro de un país que viene maltratado desde hace tantas décadas. En las calles se respira esperanza, tanto de un lado como del otro, los autos van y vienen. La gente no para.

Mientras tanto, en una pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires, en una de las jaulas del remoto complejo de edificios, pensado y diseñado para enjaular seres humanos, entra una pequeña luz a través de una hendija de la doble puerta de hierro que solo permite ver siluetas dentro de la mazmorra. Desde arriba entra una brisa de aire frío que hiela los huesos, por un agujero de unos 20 centímetros que hace las veces de ventana. Esa brisa mueve la mecha de un resto de vela provista por un compañero de calvario, el “chileno”, que descansa de una golpiza recibida por los servidores públicos, a tres jaulas por medio.

La pequeña lumbre que emana de la vela quiere apagarse a toda costa, por la brisa, por el frio, por la falta de oxígeno, por la falta de fuerzas que se siente en el área, por el odio que reina el aire, por la tortura que se adueña de cada jaula, con baños tapados, sin agua, sin luz, sin colchón, pisos de los que brota humedad, por los gritos desesperados de querer ser oído, por el clamor que se escucha en el silencio de los que no aguantaron más el aislamiento, por el dolor del que se acaba de tajear los brazos para que por favor le provean de una llamada telefónica porque es el cumpleaños de su hijita y ya se termina el día y no le permiten hablar, por la música alta de los que quieren olvidarse que no saben lo que les pasará mañana, por los balbuceos que dicen de la jaula de enfrente que se tomó la medicación para dormirse y olvidar, pero intenta pedir una manta para taparse.

Es atormentador, no solo la jaula sino todo el sector, los gritos, los balbuceos, el olor, los bichos, el aislamiento. Todo, atormentador. Se respira el clamor de los que se quitaron la vida porque no lo aguantaron, y la estadística es muy alta. Demasiado. Con esa vela y un lápiz en medio de todo ese tormento, en un papel arrugado se empezó a diseñar el entonces pequeño proyecto, un sueño, una ilusión, algo que pueda terminar con todo esto a largo plazo, pero a sabiendas que hay mucha gente que lo apoyará. Se agradece a los funcionarios penitenciarios que tuvieron la brillante idea de proveer alojamiento obligatorio en ese espacio, lo que permitió poder padecer en carne propia la modalidad de disciplinamiento, castigo, tortura y doblegamiento que no surtió el efecto que ellos esperaban.

En ese papel, en octubre de 2017, en la celda 17 del sector de aislamiento de la unidad carcelaria 15 de Batán, se escribieron las primeras líneas de los que se convertiría en el proyecto Mecha. Te pido ayuda para que esta mecha no se apague, la mecha de los derechos humanos, la mecha de los descartables, la mecha de la basura tirada bajo la alfombra de hierro, la mechada de los que también somos humanos, la mecha de los que también tenemos sueños, la mecha de los que queremos un futuro en paz con trabajo y sobre todo con amor. Si en tus venas corre el mismo tipo de sangre, sangre sensible, sumate. Si respiras el mismo oxígeno, sumate, porque en Mecha respiramos lucha. Gracias.