Historia de la prisión en el Perú

Por: José Gabriel Eusebio

Estudiante de 6to. año de derecho en la UNMSM.

Miembro de Iure et Facto.

El domingo pasado se llevó a cabo la sesión inaugural de nuestro Curso de verano "Cárceles y derechos vulnerados". Tras una presentación del curso a cargo de Victor Montalvo, coordinador del taller y una introducción al tema a cargo de quien escribe, se dio inicio a la ponencia de esa noche.

La ponente Victoria Diéguez Deza, sostuvo que es necesario hacer una evaluación histórica de las cárceles en el país y de qué manera se ha ido dando en el tiempo la reforma penitenciaria; ya que, conocer el pasado nos va a permitir entender el presente. Destacó además, la importancia de los estudios históricos para dar a conocer los hechos como tal, sin emitir prejuicios u opiniones un tanto segadas al respecto, es decir, apreciar objetivamente la realidad penitenciaria y en qué contexto social acaeció.

Asimismo, expresó que en el periodo colonial se impusieron mecanismos punitivos como un instrumento de ejercer la fuerza de poder; cuyo propósito, no fue la reinserción social del delincuente tal como lo entendemos ahora. Y que para que dicho sistema penal funcione, se emitieron durante la colonia dispositivos legales que legitimaron diversas formas de castigo, entre ellas: el presidio y la pena de muerte. Manifestó además, que la reforma penitenciaria en el pasado tuvo sus características particulares, como es el caso de que el reo en la prisión aguardaba su sentencia de ejecución de la pena.

Así también, aclaró que después de la proclamación de la independencia del Perú; siguieron vigente las viejas prácticas coloniales: el peonaje, la servidumbre y la esclavitud; y que dicha situación social tuvo que ver con la inseguridad política y la limitada capacidad económica por la que atravesó el país, agravada también por la corrupción estatal. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XIX ocurrió la bonanza guanera y la exportación del guano, que a su vez trajo consigo la necesidad de modernizar el país. No obstante, como consecuencia de ello, creció la criminalidad; y los centros de reclusión tuvieron que albergar a una mayor población penitenciaria.

De igual manera, se resaltó el estudio histórico de las cárceles en el Perú que hace el investigador peruano Carlos Aguirre, quien sostiene que la penitenciaria en nuestra vida republicana fue una forma de refinar y optimizar el control social y un mecanismo de centralizar el castigo, basado en el liberalismo político-social; el mismo que, fue incapaz de afrontar el reto de un nuevo sistema penal, debido a la persistencia por conservar estructuras tradicionales con los nuevos avances de aquel momento. De ahí que, rara vez hubo una intención de revertir la situación carcelaria. Y que, en efecto, la iniquidad y el abuso prevalecieron y las cárceles de Lima se convirtieron en bastiones del autoritarismo, la exclusión y el ejercicio arbitrario del poder.

Por otro lado, se evalúo el Informe Paz Soldán de 1853, encargado por el gobierno de Ramón Castilla para reformar las cárceles del país, quien no describe todas las cárceles, pero sí las visita en las distintas ciudades; manifestando que, en los centros de reclusión, el presidiario vivió en medio de una serie de dificultades como son: el hacinamiento, la insalubridad, la fugas, los vicios y la corrupción; recurrente a lo largo de todas las cárceles del país. Ante ello, dicho comisionado propone como reforma penal el modelo penitenciario Auburn panóptico, con énfasis en el trabajo productivo. Dicho modelo fue un tanto cuestionado, ya que se pretendió distribuir a la población carcelaria, con un matiz racista, atributos de personalidad que resaltaban las supuestas virtudes de los reclusos blancos sobre las aparentes limitaciones de la población indígena. Al respecto, se planteó que, la problemática del sistema penitenciario se ha seguido evidenciando, pese a ciertas reformas.