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Los límites de la academia

Por: Victor Montalvo

Estudiante de 5to. año de Derecho de la UNMSM. Miembro de Iure et Facto. Asistente de Cátedra de Derecho penal en la UNMSM. Investigador auxiliar del Instituto Latinoamericano de Criminología y Desarrollo Social.

 
Imagen: César Mejías. Fuente: Por qué cada vez hay más papers científicos libres (y dónde encontrarlos)

En nuestras sociedades actuales la producción académica tiene un fuerte impulso, lo cual esta bien. Sin embargo, habría que preguntarnos sobre la relevancia social del mismo. En "Publica o muere: Paradojas del nihilismo" se nos explica como la producción de textos académicos, es cada vez más, el único medio que tienen las universidades para alcanzar la tan anhelada acreditación. De esta forma, no importa que mecanismos se utilicen para hacer que los docentes publiquen (penalizaciones o incentivos), ni tampoco si el texto académico aporta un análisis novedoso o consigue aproximarse a una posible solución de un problema social. Lo importante es publicar.


De esta forma, un paper jurídico de 11 páginas puede contener información que se repite una y otra vez en otros trabajos, sin aventurarse a incorporar estudios provenientes de otras ciencias sociales. La estructura podría ser la siguiente: 1 página introductoria con el título, nombre del autor(a), el resumen y las palabras clave, 4 páginas de instrumentos jurídicos nacionales e internacionales colocados ordenadamente en una tabla, 5 páginas de datos estadísticos que muestren la situación de la problemática actual con algunos parafraseos de opiniones de autores connotados, 1 página de conclusiones donde el autor(a) nos indica que lo que está mal, está mal y recomendaciones donde nos dice lo que ya sabemos: que en un Estado Social Democrático de Derecho, el garantizar los derechos de las personas es una prioridad. Esto es un claro ejemplo de como las prácticas económicas en sociedades capitalistas globalizadas han impactado en la producción de conocimiento, vaciando de sentido el mismo. Tal fenómeno es denominado como capitalismo cognitivo.


El análisis estrictamente jurídico como, por ejemplo, la exposición de los derechos humanos de los migrantes, está bien, pero no basta. Si pusiera control + F en un artículo de derechos humanos me toparía -con alta probabilidad- con la palabra “garantizar” siquiera unas cinco veces, pero con cero -o escasas- referencias al sistema económico social vigente, los grandes poderes de facto, las dinámicas de la violencia social o el impacto del daño social sobre las víctimas y victimarios.


Y es que parecen no haberse percatado que hablar de derechos humanos en un país tan desigual, con monopolios abusivos y un estado capturado por grandes poderes fácticos, es como hablar de tomar sopa con un tenedor. Los derechos están por coger, pero el sistema existente no es el instrumento adecuado.


Otro punto es la excesiva tendencia a la teorización en el desarrollo de los discursos críticos, en desmedro de su carácter práctico. Quienes por convicción o curiosidad se acercan a la academia crítica suelen ingresar con una alta expectativa de cambio social, para luego abandonarla por el escaso -o nulo- enfoque práctico de los discursos. Desde la derecha, Agustin Laje, increpa a los pensadores de izquierda el uso recurrente del "trillado" imaginemos un mundo distinto; quienes a su parecer no habrían formulado un proceder concreto y viable hasta el día de hoy.[1]


A esto hay que sumarle el cinismo de los oyentes que son atravesados por el capitalismo cognitivo. En ese sentido, tras una charla fenomenal de criminología crítica podría darse el siguiente dialogo:

  • - ¿Me dices que el sistema penal es un instrumento funcional al mantenimiento del principio de desigualdad social?

  • - Si, lo has entendido perfectamente.

  • - Uhm, gracias. Muy buena tu exposición. Bueno, me tengo que ir mañana presento un pedido de prisión preventiva bien temprano. El tipo es un pobre diablo que intentó llevarse algo del super.

A diferencia de lo que se podía pensar, no estamos dentro de una confrontación de ideas o convicciones de cambio, sino ante sujetos que han sufrido el vaciamiento de sus ideales a bien de una producción carente de sentido.

  • - ¿Por qué haces lo que haces si no te convence hacerlo?

  • - Bueno, porque me pagan. Me da de comer.

En el intermedio del cinismo y la convicción de cambio están los penalistas que han migrado al estudio de otros fenómenos delictivos como los de cuello blanco para de esa manera esquivar la crítica dirigida a la criminalización y los agentes criminalizadores de la pobreza. Resulta menos infame al nombre ser fiscal anticorrupción, que fiscal de delitos comunes; lo mismo ocurre con los doctrinarios "modernos" del derecho penal.


Sobre la función de la pena de prisión aplicada a los delincuentes de cuello blanco, hasta el día de hoy no se ha expuesto un tratamiento penitenciario dirigido a estos sujetos. El fomento del trabajo y el estudio tiene sentido en la gran mayoría de criminalizados, pero para este grupo de delincuentes de cuello blanco, el trabajo y el estudio son cuestiones que han sido resueltas con amplia satisfacción antes de ingresar a prisión. Si se opta por incursionar en intervenciones de sensibilización, refuerzo de aspectos morales, la prisión, evidentemente, no seria un lugar adecuado para llevarla a cabo. Si algún sentenciado de clase alta lograra ser mejor persona luego de recibir tal "tratamiento" en prisión, definitivamente el habrá conseguido tal cosa a pesar de la prisión y no gracias a ella.


En mi opinión personal, estaríamos frente al último bastión legitimante del discurso punitivo. Si el derecho penal no sirve para prevenir los delitos de los pobres ni tampoco la de los ricos ¿Para qué sirve?


Ya para acabar, quiero dejarles una cita que me parece muy potente para dar cuenta sobre las limitaciones de la academia y como el solo publicar y, solo organizar conferencias, cursos, congresos es una lucha simbólica -donde lo importante no es luchar sino dar a entender a los demás y a nosotros mismos, que lo hacemos-.


El párrafo es de Ileana Arduino:

No tengo idea cómo se construye una política contra el racismo. Si recuerdo que cuando la policía federal ahogó a Ezequiel Demonty en el riachuelo me llamaron para dar cursos de DD.HH. Me negué porque la verdad no creo que nadie decida obligar a tirarse al río a un niño desesperado que no sabe nadar porque desconoce que la vida es un derecho y que no hay margen alguno de creer que fue un error o un exceso, o que al saber del pacto de San José iba a haber diferencias. El fetiche pedagógico se parece al punitivismo, suele funcionar como un atajo que nos tranquiliza porque algo vamos haciendo pero que tienen en mí modesta opinión un impacto desmesuradamente limitado, más autosatisfactivo que transformador, si no es parte de un elenco más complejo de políticas y respuestas.[4]
 

Referencias bibliográficas

  1. Laje, Agustin. (2020). ¿Estamos ante el “fin del capitalismo”? | Agustín Laje. https://www.youtube.com/watch?v=Rns6E0a2pJM&t=14s

  2. Zaffaroni, Raúl. (2020). I Conversatorio de crítica criminológica. El gobierno de los desechables. Taller de Criminología y Política Criminal "Iure et Facto". https://web.facebook.com/1702720170009566/videos/407992616836655

  3. Gadea, Héctor. (2021). El caso Corpesca. Diario Gestión. https://www.rebaza-alcazar.com/blog/publicacion-gestion-el-caso-corpesa/

  4. Arduino, Ileana. (2020). Post de Facebook. https://web.facebook.com/ileana.arduino/posts/4590961440974799

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